Skip to content Skip to sidebar Skip to footer

 Un hombre no puede estar cómodo sin su propia aprobación.

Mark Twain.

En nuestra travesía profesional, es común enfrentarnos a momentos de duda sobre nuestras propias habilidades y talentos. A veces nos preguntamos si somos lo suficientemente competentes o si estamos a la altura de las expectativas que se tienen de nosotros. Esta sensación es natural y puede surgir en momentos de desafío o cambio. Sin embargo, para algunas personas, esta sensación se convierte en algo más persistente y abrumador, especialmente cuando se enfrentan a nuevas tareas o responsabilidades. Se sienten como impostores en su propio trabajo, como si no merecieran los logros que han alcanzado y como si, en cualquier momento, fueran a ser descubiertos como fraudes. A esto se le conoce como el Síndrome del Impostor.

¿Qué es el Síndrome del Impostor?

El Síndrome del Impostor es una condición psicológica que afecta a personas exitosas, llevándolas a dudar de sus propias habilidades y logros. Se caracteriza por una constante sensación de inseguridad y la creencia de que no son merecedoras de sus éxitos. Las personas que experimentan este síndrome suelen sentir que están engañando a los demás, haciéndoles creer que son más competentes de lo que realmente son. Esta sensación de ser un fraude puede generar un miedo permanente a ser descubiertos.  

El Síndrome del Impostor fue descrito por primera vez por Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978, y desde entonces se ha documentado su presencia en personas de diversos ámbitos, incluyendo el profesional, académico y personal. Aunque inicialmente se pensaba que afectaba más a las mujeres, estudios posteriores han demostrado que no hay una relación directa con el género. De hecho, las personas con puestos de mayor responsabilidad y éxito profesional tienen más probabilidades de experimentarlo.

Según el International Journal of Behavioral Science, aproximadamente el 70% de las personas en el mundo se han visto afectadas por pensamientos de sentirse impostores en el lugar de trabajo en algún momento de sus vidas. Es importante tener en cuenta que estas cifras se basan en autodiagnósticos y no en evaluaciones profesionales.

El Síndrome del Impostor puede manifestarse de diversas formas y puede tener un impacto significativo en la autoestima, el bienestar emocional y el desempeño laboral de las personas que lo experimentan. Reconocer este fenómeno es el primer paso para abordarlo de manera efectiva y promover un ambiente de trabajo más saludable y productivo.

Diferencias entre el Síndrome del Impostor e inseguridad.

A pesar de que el Síndrome del Impostor y la inseguridad pueden parecer similares, existen diferencias fundamentales entre ambos conceptos. La inseguridad se refiere a la falta de confianza en uno mismo o en las propias habilidades y puede manifestarse como dudas constantes sobre las decisiones tomadas, miedo al fracaso o a la crítica, y sentirse inadecuado en situaciones sociales o profesionales.

Por otro lado, el Síndrome del Impostor se caracteriza por la sensación de que el éxito alcanzado no es merecido, y que la persona es un fraude que ha logrado engañar a los demás para que crean que es más competente de lo que realmente es. Esta creencia se acompaña de una constante sensación de inseguridad y la convicción de que no se tienen las habilidades ni los conocimientos necesarios para realizar las tareas asignadas.

De esta manera, mientras que la inseguridad se centra en la falta de confianza en uno mismo, el Síndrome del Impostor se refiere a la sensación de no merecer el éxito o los logros alcanzados. Ambos pueden afectar la autoestima y el bienestar emocional de una persona, pero es importante reconocer las diferencias entre ellos para abordarlos de manera adecuada.

Ciclo del Síndrome del Impostor.

Pauline Rose Clance plantea que este síndrome se vive a través de un ciclo que hace que las personas se ensimismen cada vez más. El ciclo comienza cuando a una persona se le asigna una tarea u objetivo específico. Ante esta tarea, se experimenta ansiedad y duda de sí mismo a través de dos mecanismos: la necesidad de ser mejor o especial y el miedo al fracaso. En ambos casos, se entra en un estado de duda y ansiedad. Al aspirar a ser mejor o especial, la persona intenta convertirse en una especie de superhombre o supermujer, buscando aprender todo aquello que cree necesitar para afrontar el reto que se le presenta. Esta forma de impostor aspira a la perfección. Por otro lado, en la procrastinación, la tarea se va dejando de lado, postergándola hasta que le es posible, pero inevitablemente llega el momento de realizarla. En este escenario, las tareas se realizan con un constante temor a equivocarse, no lograr lo necesario o no finalizarlas. Finalmente, esto hace que la persona regrese a la necesidad de ser mejor o especial y el miedo.

Una vez que la tarea se ha completado, incluso si el resultado es exitoso, la persona cuestiona su propio desempeño y contribución. No se siente merecedora del éxito y atribuye sus logros a factores externos como la suerte o las relaciones personales. Esta falta de reconocimiento de sus propias habilidades alimenta el ciclo del Síndrome del Impostor, llevando a la persona nuevamente a la necesidad de ser mejor o especial y al miedo al fracaso.

Las consecuencias de este ciclo son diversas y pueden incluir evitar nuevos desafíos y tareas, trabajar más de lo necesario para compensar la sensación de incompetencia, sentirse fuera de lugar en el trabajo y reforzar los patrones de pensamiento negativo e inseguridad.

“El Síndrome del Impostor es una condición psicológica que afecta a personas exitosas, llevándolas a dudar de sus propias habilidades y logros”.

Efraín Zapata.

Los cinco impostores.

Los expertos afirman que existen cinco tipos de impostores que pueden afectar a quienes experimentan este síndrome.

El primer tipo de impostor es el experto. Estas personas tienden a buscar constantemente cursos y certificaciones porque sienten un miedo persistente de no poseer todos los conocimientos necesarios para realizar su trabajo de manera eficiente.

El segundo tipo de impostor es el individualista. Estas personas suelen evitar pedir ayuda o colaboración, ya que temen que esto revele su propia incapacidad para llevar a cabo sus responsabilidades. Se sienten inseguros de admitir que no tienen todas las respuestas o habilidades necesarias.

El tercer tipo de impostor es el perfeccionista. Estas personas experimentan una insatisfacción constante con su propio trabajo, ya que nunca consideran que sea lo suficientemente bueno. Cada tarea realizada se ve como imperfecta, lo que genera altos niveles de estrés y ansiedad.

El cuarto tipo de impostor es el genio. Estas personas se sienten obligadas a saberlo todo y a ser expertas en todos los campos. Se exigen constantemente y se sienten incompetentes en todas las áreas, ya que creen que deberían ser buenos en todo.

Finalmente, el quinto tipo de impostor es el superhéroe. Estas personas sienten la necesidad constante de hacer más que los demás y de demostrar su valía a través del trabajo duro y el sacrificio personal. Se exigen demasiado y asumen una carga de trabajo excesiva, a menudo a expensas de su propia salud y bienestar.

Estas cinco categorías nos muestran que el Síndrome del Impostor puede manifestarse de diferentes maneras, pero todas comparten un denominador común: una profunda sensación de inseguridad y la creencia de que no se es lo suficientemente bueno para el trabajo que se está realizando. Reconocer estas diferentes facetas puede ayudarnos a comprender mejor nuestras propias experiencias y las de los demás, y a encontrar estrategias efectivas para superarlo.

¿Cómo gestionar el Síndrome del Impostor?

Gestionar el síndrome del impostor implica desafiar los patrones de pensamiento negativo arraigados y desarrollar nuevas creencias más realistas y compasivas hacia uno mismo. Es crucial solicitar retroalimentación sobre nuestro desempeño y habilidades, tanto de líderes como de colegas, para desmontar la percepción de incompetencia. Además, hacer un recuento de nuestros logros y reconocer nuestro esfuerzo puede ayudar a cambiar la narrativa interna de no merecimiento. Enfocarse en hechos objetivos y evitar suposiciones subjetivas nos permite evaluar nuestro desempeño de manera más equilibrada. Ganar perspectiva al entender que el Síndrome del Impostor es común y compartido por muchos profesionales exitosos puede disminuir la presión de la autoexigencia. Por último, centrarse en el aprendizaje y el progreso en lugar de la perfección inmediata puede transformar los errores en oportunidades de crecimiento. Celebrar los logros, por pequeños que parezcan, fortalece la confianza en uno mismo y normaliza el éxito. La gestión efectiva del Síndrome del Impostor implica un cambio en la mentalidad hacia la autocompasión, la objetividad y el reconocimiento del propio valor y capacidad. Para conocer más puedes escuchar nuestro episodio del podcast Ideas Sobre Liderazgo dedicado a este tema.

Déjanos saber lo que piensas en los comentarios, comparte con tus amigos y no te olvides de seguirnos en nuestras redes sociales y suscribirte a nuestro newsletter mensual. Escucha también nuestro podcast para profundizar en estos temas y continúa con nosotros esta conversación en cualquiera de los canales que tenemos para ti.