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¿Puede enfermar una organización?

Son dos las opciones básicas: aceptar las condiciones como existen o aceptar la responsabilidad de modificarlas.

Denis Waitley.

Las organizaciones al igual que los seres humanos son sistemas vivos que requieren energía para crecer; se desarrollan a través del tiempo, maduran, aprenden y evolucionan. Como cualquier otro ser vivo, ninguna organización es totalmente sana, también pueden enfermar e incluso morir. Sin embargo, en ocasiones las enfermedades de las organizaciones pueden pasar desapercibidas hasta que es demasiado tarde.

Al igual que con los seres vivos, tener una buena salud organizacional no significa la ausencia de enfermedad, sino la capacidad del organismo para identificarlas, manejarlas y evitar que afecten su funcionamiento. El sentir de los colaboradores y el clima laboral se vuelven de esta forma un primer mecanismo de alerta para que el sistema inmune de la empresa actúe incluso no sólo para salir avante, sino fortalecidos después de haber pasado por una crisis. Este aspecto de resiliencia se vuelve fundamental para mantener sano al sistema y permitir a todas y cada una de sus áreas prosperar y aportar valor.

Podemos identificar tantos tipos de enfermedades organizacionales como enfoques para analizar una organización, y cada uno tendrá un especialista para diagnosticarla y tratarla.

¿Cómo se enferman las organizaciones?

Siguiendo esta metáfora cabría preguntar ¿quién o quiénes fungen el rol del sistema inmune y ayudan a la organización a recuperar su salud? La respuesta está en los líderes de la organización con ayuda de áreas auxiliares como Recursos humanos. Una vez que una enfermedad ha sido identificada, los líderes pueden ejercer su influencia, llamar la atención sobre la situación y reenfocar las conductas o el proceso que genera la enfermedad. Estas acciones pueden ir acompañadas del apoyo de Recursos humanos para complementar y alinear los esfuerzos de una manera institucional.

También pueden existir enfermedades que se ocultan al sistema inmune, ya sea por falta de comunicación, falta de confianza o porque éste sea también parte de la enfermedad. Por ejemplo, si en la situación identificada juega un rol el líder de un área, los colaboradores quedarán a sus expensas. Al igual que un órgano que ha sido atacado por una infección, el tejido (los colaboradores) tratará de reparar los daños, pero sin el apoyo de un liderazgo claro o un área que los acompañe para tratar la enfermedad, tarde o temprano terminarán exhaustos.

Identificar la enfermedad de una organización, reconocer los síntomas y determinar las causas, son aspectos fundamentales para realizar un diagnóstico certero que permita tratarla. Enfermedades leves requieren tratamientos más sencillos en comparación con desórdenes mayores que requieren medidas radicales como la extirpación de la parte disfuncional.

Cuando la enfermedad se encuentra alojada en áreas o personas clave de la empresa, se puede contagiar al resto de la organización. Por ejemplo, cuando la situación se presenta en un líder, la influencia que este ejerza sobre sus colaboradores y otras áreas será negativa y generará situaciones problemáticas que van más allá de su personalidad o estilo de trabajo, propiciando síntomas como una alta rotación, la generación de promociones inmerecidas, desconfianza, etc. Este tipo de prácticas comienzan a enquistarse y expandirse hasta generar un sistema enfermo que facilite el autoritarismo, la burocracia excesiva, la existencia de agendas ocultas o la evasión de responsabilidades.

Ninguna organización es totalmente sana, también pueden enfermar e incluso morir.

Efraín Zapata.

Atender la enfermedad

Hay enfermedades organizacionales que se pueden evitar con un buen diagnóstico y tratar con la habilidad de los líderes, o con la capacidad del sistema inmune para anticiparse a ellas. Cualquier tratamiento que atienda las patologías organizacionales debe estar orientado en primer lugar a cuidar al personal y respetar su dignidad. Usualmente, la mayor dificultad de las organizaciones está en la implementación de las alternativas de solución, se diseñan acciones para atender los problemas, pero no suele darse continuidad a su ejecución y seguimiento. Son como las personas que saben que deben hacer y terminan regresando a sus hábitos anteriores.

Para que cualquier tratamiento sea efectivo debe existir la voluntad por lograr la mejoría y nadie mejor para impulsar o no esta voluntad que los tomadores de decisiones. En este sentido el líder debe ser ecuánime y respaldar sus decisiones basado en la legitimidad que se ha ganado frente a sus colaboradores. La salud organizacional y el bienestar de los colaboradores es entonces de fundamental importancia para lograr que la organización esté en condiciones de evolucionar y prosperar.

Igualmente, la atención de enfermedades graves requiere de especialistas externos que provean una visión objetiva de la situación. A las organizaciones se les suele complicar el observarse a sí mismas objetivamente y reconocer sus enfermedades, de ahí la importancia de contar con consultores externos que identifiquen claramente los síntomas, diseñen tratamientos alineados a la cultura y objetivos de la organización, y se aseguren de que el deseo de recuperación sea congruente con los lineamientos y el mensaje que se da a los colaboradores.

Un experto externo podrá proporcionar una visión imparcial, experiencia, herramientas y conocimientos para brindar los tratamientos más adecuados. Por ello, cuando al interior de la organización no se encuentra las soluciones adecuadas para los padecimientos que se presentan, es necesario recurrir a la asesoría externa para solucionar la crisis. En Saphi Solutions contamos con especialistas que pueden ayudarle a diagnosticar y proponer tratamientos para recuperar la salud de su organización con éxito. Si estás en una situación así, no dudes en contactarnos para que juntos solucionemos la situación por la que atraviesa la organización.

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