El arte de la comunicación es el lenguaje del liderazgo.
James Humes.
Sin duda, la herramienta fundamental de todo líder es la comunicación. A través de ella interactúa con los demás, obtiene su confianza, conforma equipos y finalmente, influencia en los demás. Es más, un buen líder no sólo tiene una sana comunicación con otras personas, sino que también tiene una buena comunicación consigo mismo. Esto no significa que hable sólo, sino que sabe qué es lo que quiere, se detiene a razonar y analiza consigo mismo el mejor curso de acción.
Centrémonos en la habilidad del líder para comunicarse con los demás y, sobre todo, de qué forma puede ser más efectivo para transmitir sus ideas. Comencemos por establecer que la comunicación humana puede agruparse en dos grandes categorías: el lenguaje verbal y el lenguaje no verbal.
El primero se refiere a las palabras que utilizamos y a las inflexiones de nuestra voz (tono, volumen y ritmo). Por otro lado, el lenguaje no verbal hace referencia todo lo que expresamos, consciente o inconscientemente a través de nuestro cuerpo. Esto incluye el contacto visual, los gestos faciales, los movimientos de brazos y manos, la postura e incluso la distancia corporal.
Ambas formas de comunicación se complementan y enriquecen la información que emitimos y que reciben las personas a quienes nos dirigimos. Tomar conciencia de nuestra forma de expresarnos puede ayudar a ampliar nuestra habilidad como líderes ya que permitirá tener entendimiento más preciso y congruente con nuestro equipo de trabajo.
Lenguaje verbal
Aunque el lenguaje verbal incluye la expresión escrita, en el ámbito del liderazgo es mucho más común interactuar con otras personas de forma oral. En este sentido hay que considerar tanto las palabras que utilizamos como las inflexiones de nuestra voz que guardan mensajes tan o más importantes que las palabras que usamos.
Las palabras que usamos es lo que llamamos coloquialmente nuestro vocabulario. El vocabulario de un líder es fundamental. No sólo habla acerca de la educación de una persona, sino que el tener un vocabulario correcto ayudará a establecer de forma más rápida relaciones de confianza y ser precisos en las instrucciones, peticiones o acuerdos a los que lleguemos.
El habla
El segundo elemento que identificamos como parte del lenguaje verbal es el habla. Podemos distinguir entre lo que decimos (las palabras) y el cómo lo decimos. El habla se refiere justamente a esta segunda parte y encierra un amplio significado que va más allá de las palabras que usamos. El ser humano puede detectar un sinfín de emociones, intenciones e incluso necesidades a través del habla sin importar las palabras que se estén pronunciando. El habla se compone de tres características: tono, volumen y ritmo.
El tono se refiere a la forma en que decimos las cosas. Incluye las inflexiones y registro de la voz. A través del tono podemos denotar nuestra intención. Por ejemplo, al hacer una pregunta o una exclamación, pero también nos ayuda a establecer la emocionalidad de la conversación. Un tono más grave y pausado puede ser señal de seriedad y confianza, mientras que un tono agudo y balbuceante nos puede dar pie a pensar que la persona se encuentra insegura o preocupada.
“La herramienta fundamental de todo líder es la comunicación.”
Efraín Zapata.
Como su nombre lo indica, el volumen se refiere a la intensidad o el nivel de voz que utilizamos al decir algo. No será lo mismo comentar algo a un compañero, por lo bajo y de manera casi desapercibida, que dar a voces o incluso gritando, una orden a un colaborador. Un líder utiliza un volumen adecuado para ser escuchado de forma clara, sin llegar nunca a alzar la voz. Incluso en momentos álgidos, un buen líder sabrá identificar sus emociones a través de la inteligencia emocional.
Por último, el ritmo es la velocidad con la que hablamos. Aunque por su propia naturaleza cada persona tiene un ritmo diferente, descubriremos que, en diferentes momentos del día, en diferentes contextos, o incluso hablando con diferentes personas, salimos de esta constante. Generalmente un ritmo más acelerado denota emociones de ansiedad, excitación o urgencia, mientras que un ritmo más pausado puede hacernos pensar que la otra persona se muestra reflexiva, cansada o tranquila.
Hasta aquí hemos explorado la habilidad de un líder para comunicarse a través de sus palabras, o lo que llamamos lenguaje verbal. En el siguiente artículo de esta serie descubriremos cómo un líder también se comunica a través de lo que no dice, esto es, la comunicación no verbal.
¿Estás consciente de tu forma de expresarte verbalmente? ¿Qué acciones realizarías para mejorar tu comunicación verbal? Déjanos saber lo que piensas en los comentarios, comparte con tus amigos y no te olvides de seguirnos en nuestras redes sociales y suscribirte a nuestro newsletter mensual. Escucha también nuestro podcast para profundizar en estos temas y continúa con nosotros esta conversación en cualquiera de los canales que tenemos para ti.