Toda organización tiene jugadores destacados por sus habilidades, conocimientos o forma de trabajo. Deseablemente, estas características tendrían que permear al resto de los miembros de un equipo, sin embargo, no siempre es así. Varias razones pueden intervenir para que esto suceda, desde la falta de habilidades o conciencia del colaborador para transmitir su conocimiento hasta la creencia de que el compartirlo lo podría volver vulnerable.
Una empresa del sector de alimentos nos compartió una situación en la que algunos colaboradores iban más allá, negándose a documentar los procesos que seguían, arguyendo que se trataba de tareas muy especializadas que solo ellos podrían desarrollar. Bajo este contexto se preparó una serie de sesiones de trabajo individuales y en equipo en las que se generó un sentido de conciencia sobre la importancia de identificar el sentido de contribución a la organización, así como la posibilidad de trascender a través de dejar un legado en los demás. A raíz de este despertar de conciencia todos los miembros del equipo reconocieron la importancia de compartir sus formas de trabajo, alinearse y generar sinergias que les permitieran llegar más allá como área y como organización. Se evidenció la necesidad de que ellos mismos establecieran procesos formales de aprendizaje y mejores prácticas para hacer más eficiente el trabajo.
Cliente: Empresa del sector de alimentos de más de 300 colaboradores.
Necesidad: Documentación de procesos y cambio actitudinal.
Solución: Clínicas de sensibilización sobre la automotivación, contribución individual y colectiva.
Beneficios: Se generó un contexto de confianza y conciencia sobre las formas de potenciar la contribución individual, se establecieron procesos formales de aprendizaje interno para alinear buenas prácticas y documentar los procesos más exitosos, se mejoró la eficiencia en procesos y acortó la curva de aprendizaje de personas de reciente ingreso.